domingo, 23 de diciembre de 2012

FELIZ NAVIDAD (Ramoneando...)

El Roto

¡Feliz Navidad! 
Y que no os ocurra como a los protagonistas de este videoclip de Los Ramones...Mis mejores deseos para todos los que paseáis por aquí.

lunes, 17 de diciembre de 2012

MUERTE #poema27

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MUERTE
A Isidoro de Blas

¡Qué esfuerzo! 

¡Qué esfuerzo del caballo 

por ser perro! 

¡Qué esfuerzo del perro por ser golondrina!

¡Qué esfuerzo de la golondrina por ser abeja!
¡Qué esfuerzo de la abeja por ser caballo!
Y el caballo, 
¡qué flecha aguda exprime de la rosa!,
¡qué rosa gris levanta de su belfo! 
Y la rosa, 
¡qué rebaño de luces y alaridos
ata en el vivo azúcar de su tronco! 
Y el azúcar, 
¡qué puñalitos sueña en su vigilia!
y los puñales, 
¡qué luna sin establos, qué desnudos!,
piel eterna y rubor, andan buscando
Y yo, por los aleros, 
¡qué serafín de llamas busco y soy!
Pero el arco de yeso, 
¡qué grande, qué invisible, qué diminuto!,
sin esfuerzo.

Federico García Lorca
Poeta en Nueva York

Casi con la cadencia de un ritual, volvemos un año más -y van cuatro- convocados por Antonio Solano  a celebrar ese encuentro feliz que fue el homenaje a Luis de Góngora preparado por  ese grupo de  poetas tocados por el don y la gracia que fueron los del 27. Fue en diciembre y en Sevilla, y hoy, 85 años después, seguimos el homenaje en la red. Mi propósito era no repetir poeta pero, una vez más, vuelvo a Lorca, esta vez con ese poemario fascinante y enigmático que es Poeta en Nueva York. La obra tiene diez secciones, y este pertenece a la VI, Introducción a la muerte, que lleva el subtítulo de Poemas de la soledad en Vermont. 
La novedad de este año para mí ha sido convocar a algunos de mis alumnos a participar en twitter, esta misma mañana. Nos ha servido para conocer a algunos poetas y poemas del grupo, para recorrer sus versos y  para  elegirlos para los "tuits". Para algunos, incluso, ha sido su estreno en esta red, que espero tengamos otras ocasiones de utilizar este curso. Para mí, una ocasión más de dejarme sorprender por sus elecciones y sus gustos.

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domingo, 2 de diciembre de 2012

LA VIDA ES SUEÑO...Y TEATRO

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Hace tiempo contábamos en este blog cómo el príncipe Carlos, primogénito de Felipe II, encerrado por su padre por si se le ocurría rebelarse contra Su Majestad, había sido motivo de inspiración para Schiller, el poeta y dramaturgo alemán  para su drama Don Carlos.  Ayer, el mismísimo rey Basilio nos confesaba en una charla que tuvo lugar  tras la  estupendísima representación de La vida es sueño en el Teatro Pavón de Madrid, que el gran Calderón pudo inspirarse en este episodio para encerrar en una torre a su Segismundo. Desde luego, ambos reyes tenían en común, además de esto, su amor por la ciencia y la cultura, su catolicismo fervoroso y una inquebrantable creencia en los astros. 

Yo no sé si verdaremente Calderón se inspiró o no en este asunto, pero si lo dice el rey Basilio (rey dos veces, si atendemos a la etimología de "basileus"), me basta. Joaquín Notario, que fue Segismundo en otro montaje dirigido por Calixto Bieito hace algunos años, y que imperdonablemente me perdí, forma parte de un elenco que está a la altura del magnífico texto que tenían por delante. 

Que Segismundo es Blanca Portillo se te olvida en cuanto entra en escena al oír las voces de una Rosaura  vestida de hombre, quien tras un largo viaje acompañada del "salao" de Clarín llega a estas peñas donde se encuentra la torre (aquí cueva en el foso) en la que está encerrado el desdichado de Segismundo.
Cuando Segismundo está a punto de matarla, aparece Clotaldo, el único ser humano que ve Segismundo, quien le da de comer y le ha instruido en todo lo que sabe, y que a su vez es el padre de Rosaura, aunque ella aún  no lo sabe.  Este lo descubre al hacerse con la espada que lleva su hija, -que cree hijo-, y que ya motiva uno de los primeros soliloquios en los que los personajes expresan su mar de dudas interno entre el deber y el querer. Rosaura ha llegado a la corte de Polonia tras los pasos de Astolfo, quien le prometió amor,  pero la abandonó para pugnar por la sucesión al trono del rey Basilio.

Mientras tanto, el rey Basilio reúne a su corte y a sus sobrinos, Estrella y Astolfo, hasta el momento únicos herederos, y les confiesa que tiene un sucesor natural, un hijo a quien encerró en una torre porque los astros predijeron que se rebelaría contra él y le quitaría el trono. Basilio decide sacar a su hijo de su encierro -narcotizado, para que no sepa qué pasa- y llevarlo a palacio para ver si se cumple el horóscopo o no. Ya hemos asistido en las primera escenas al primer monólogo de Segismundo, en el que expresa su desazón, su incomprensión  porque cualquier bestia vil goza de más libertad que él :

En llegando a esta pasión, 
un volcán, un Etna hecho, 

quisiera sacar del pecho 
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón, 
negar a los hombres sabe 

privilegio tan süave, 
excepción tan principal, 
que Dios le ha dado a un cristal, 
a un pez, a un bruto y a un ave?


Segismundo no da crédito cuando al desertar se encuentra en un palacio, rodeado de atenciones. Se comporta de manera despótica, llega incluso a arrojar a un criado por la ventana, pretende forzar a Rosaura y matar a Clotaldo...Todo le parece poco para vengarse del tiempo que ha pasado encerrado. Su padre decide narcotizarle de nuevo y devolverle a la torre: el horóscopo se ha cumplido. Estrella y Astolfo se casarán y le sucederán en el trono. Mientras tanto, Rosaura se ha encontrado con Astolfo y este la ha reconocido. Rosaura vive en la corte como Astrea: se ha hecho pasar por sobrina de Clotaldo y es una doncella de Estrella. 

Cuando Segismundo se ve recluido de nuevo en su encierro, Clotaldo le hace creer que todo ha sido un sueño, y aquí nos encontramos a un conmovedor Segismundo, desolado por haber soñado que un día fue libre y príncipe y sin embargo, por haberse comportado de manera tiránica y cruel. Tiene después lugar el famosísmo segundo monólogo: un Segismundo  abatido que reflexiona acerca del sueño fugaz que es la vida ("una sombra, una ficción"). Como decía Blanca Portillo en la charla posterior, es difícil enfrentarse a un texto del que todo el mundo conoce algo y que casi se recita con cantinela. A  mí me parece que lo saca adelante de manera excelente, natural y muy creíble desde la piel del hombre condenado al encierro, que una vez se rebeló pero que ahora parece aceptar por la fuerza de la costumbre. 

Lo que no sabe Segismundo es que de nuevo va a despertar: esta vez va a ser el pueblo quien, conocedor de que existe un heredero natural, no consiente en que sea un extranjero quien le gobierne. Una dura guerra enfrentará al padre y al hijo. Rosaura se une al bando de Segismundo para vengarse de Astolfo y recuperar su honor. ("Mujer vengo a que me valgas/ en mi agravio y mi congoja,/Y varón vengo a valerte con mi acero y mi persona"). Aquí, en este juego tan barroco de la dualidad y de la antítesis, pienso que es un acierto que Segismundo sea encarnado por Blanca Portillo.

En la batalla muere Clarín, y el rey parece decidido a rendirse, y así lo hace postrándose a los pies de su hijo, que es proclamado vencedor. Pero el hijo esta vez no se muestra soberbio, sino a merced del padre. Ha aprendido la lección y se muestra prudente y sabio. Tanto, que ejerce como rey reparando la honra ofendida de Rosaura mediante su casamiento con Astolfo (pero ¡ay!, la sangre plebeya es obstáculo, pero ahí estará al quite Clotaldo para dar fe de la nobleza de su hija...) y la de su prima Estrella casándose con ella. 

Porque así acaban todas las comedias españolas: en boda, que no es necesariamente final feliz...Aquí se marcha una corte cabizbaja y cansada, como el mismo Segismundo, que nos mira pensativo mientras cierra la puerta de un palacio que me recuerda constantemente a El Escorial...(hoy las figuras negras que se pasean por el palacio son los guías, ellos y ellas enfundados en gruesos, largos y filipescos negros abrigos de lana)

Pedro Calderón de la Barca, madrileño como Lope, vecino también de la calle Mayor (Lope nació allí), y como él de ascendencia cántabra y fértil dramaturgo, publicó La vida es sueño el mismo año de 1635 en que El Fénix moría en Madrid despedido por un pueblo que lo adoraba. Calderón, al que le tocó vivir ese siglo de decandencia política y moral que fue el reinado de los  "Austrias menores", toma el relevo de un género, el de la comedia española, que sustenta y perfecciona. No voy a entrar en los distintos niveles de lectura que tiene el texto, todos muy profundos, y de tintes filosóficos, religiosos, políticos, éticos... Ni a insistir en el milagro que es el verso de Calderón. Solo que a mí me sigue pareciendo un prodigio (como el mundo) que una compañía de cómicos, (¡y de músicos maravillosos!)  sea capaz de darles tanta vida y humanidad a unos versos tantas veces leídos y escuchados.

(¡¡Pssst!! Olvidábaseme decir que  a esta estupenda velada me acompañó el okupa, que no pestañeó, como tampoco lo hizo el hijo de mi amiga Cristina. Si estas dos criaturas aguantaron dos horas de Calderón en vena sin signos visibles de desesperación, habrá que felicitar a la directora, Helena Pimenta, que tan buenos ratos nos ha hecho pasar en otras ocasiones).


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