martes, 3 de noviembre de 2009

103 AÑOS DE FRANCISCO AYALA


Estaba claro que la muerte de Francisco Ayala estaba más cerca que lejos: a ver quién es el guapo que presume de tener 103 años ( a pocos meses de los 104) y mantener la cabeza en su sitio y la salud de hierro (bueno, sí, José Luis Sampedro está casi a la par de años y de lucidez). Hoy, día en que también despedimos a un actor legendario en nuestro país, José Luis López Vázquez (La cabina se contaba en el cole como una historia terrorífica al estilo de las leyendas urbanas), ha muerto el autor de Muertes de perro, el escritor centenario, y qué bien que llegó a ver el libro de Luis García Montero, otro granadino ilustre en esto de la literatura, Francisco Ayala, el escritor en su siglo y a festejar sus cien años. Autor de una extensa obra narrativa y ensayística, a mí me gusta especialmente el Ayala joven que escribe Cazador en el alba, en plena efervescencia de las vanguardias europeas: son cuentos que sorprenden por la explosión de metáforas e imagénes, y por la mezcla de modernidad y tradición ("La cabeza de medusa" es un buen ejemplo, o el cuento que da nombre a la colección). Es una joya también el elogio entusiasta que hace del cine en un ensayo que se inicia en 1929, El escritor y el cine y continúa en 1949 y 1987 (Aguilar, 1988). De sus colecciones de cuentos, me gusta especialmente La cabeza del cordero, con la Guerra Civil aún caliente en el estómago de los personajes que pululan por sus cinco cuentos. Siempre atento a las novedades y a la actualidad, era un amante de las nuevas tecnologías (decía que no concebía el mundo sin su "mac") y manifestó, en su discurso de agradecimiento al concedérsele el Premio Nacional de las Letras en 1998, que al intelectual no le cabía más actitud ante el mundo que nos había tocado vivir que una "muda perplejidad". Galardonado también con el Premio Cervantes en 1991, fue también Premio de la Crítica en 1972 por su novela El jardín de las delicias, Premio Nacional de Narrativa por Recuerdos y olvidos en 1983, miembro de la Real Academia de la Lengua desde ese mismo año y merecedor de prestigiosos galardones, así como varias veces candidato al Premio Nobel. Como tantos escritores españoles, hubo de exiliarse tras la Guerra Civil. Vivió en Argentina, en Puerto Rico, país en que fue profesor de la Universidad de Río Piedras (en la que también fue profesor el poeta Juan Ramón Jiménez) y de ahí marchó a Estados Unidos, donde también dio clase en prestigiosas universidades y escuelas. Menos mal, como dijo Blas de Otero, que me queda la palabra.

2 comentarios:

  1. Hojas de limón22:25

    La broma en Ayala aparece en Usurpadores, de 1944. El prólogo lo firmaba un supuesto amigo de Ayala, un tal Duarte. Unos quince años más tarde, se supo que el prólogo era apócrifo y que el nombre del prologuista encubría el nombre completo de nuestro autor: Francisco de Paula Ayala García Duarte. La crítica se adaptó de una manera cómoda a la noticia: las explicaciones sobre los relatos que antes se habían atribuido a Duarte, se atribuían ahora a Ayala, con aún más autoridad que antes. El prólogo ha sido juzgado por los críticos como un juego muy cervantino, y lo es, sin duda. Pero es más que eso: es una broma.
    (Extraído de la obra de Ayala en la web de su fundación).

    El 16 de marzo era el cumpleaños de nuestro querido escritor, el mismo día que nuestra compañera de Departamento Mª Ángeles, con ella felicitábamos todos en el café a Ayala. Felicidades por su obra, y por su vida, don Francisco.

    Hojas de limón.

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  2. ¡Qué bueno, qué ganas de dar trabajo a los críticos !

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